Aunque es una época de felicidad e ilusión, de alegría y gozo, suele ser vivida de diferentes maneras según la historia personal de cada quien.
En navidad y año nuevo se profundizan las crisis emocionales por ser un período de riesgo para aquellas personas que sufren de depresión.
La depresión es un estado de ánimo que suele producirse en estas fechas, algunas personas suelen tender a la melancolía, la tristeza, la nostalgia. Ello se evidencia por falta de apetito, desgano, baja de energía, trastornos del sueño.
Algunos factores que suelen causar el cuadro son:
Evocar recuerdos de seres queridos, tal vez alejados o fallecidos, se recuerdan acontecimientos pasados, de la niñez, de personas con quienes no se pueden compartir vivencias, el echar de menos a alguien. Las expectativas no cumplidas, el agotamiento físico, los gastos más allá de lo presupuestado o el no poder comprar para regalar, la soledad. Todas constituyen situaciones que en estas fechas pueden acrecentarse y llegar a provocar depresión.
Es recomendable:
Expresar los sentimientos, compartir cómo se siente permite que el que escucha pueda ofrecer una visión o perspectiva diferente de cómo se está viendo la situación, o de lo que se está experimentando.
Rememorar lo positivo que se compartió con la persona ausente.
Desconectarse del día a día de las fiestas, y canalizar la energía hacia los pequeños detalles que reconfortan, un ritual de baño, caminatas en contacto con la naturaleza, o el contacto con Dios.
Experimentar el compenetrarse con los seres queridos, disfrutar en familia.
Permitirse verse desde la perspectiva de observador de su propia situación, analizar lo positivo y negativo, resaltando lo positivo.
En otro post desarrollaré cómo se realiza esta técnica de verse como observador de su propia situación.
